Preparar una fiesta sorpresa no
es nada fácil. Deben estar todas las personas de acuerdo, organizarse entre
todos/as y por supuesto que nadie se vaya de la lengua. Todo ello teniendo en
cuenta que la/s-los sorprendida/s o sorprendido/s no haga otros planes o te la líen
en el último minuto.
Además se ha de tener en cuenta
las escusas que se pongan, que todos la tengan clara y sobre todo que sea real.
A esto se le puede añadir algún que otro
enfado, pique… pero que se solucionan y entienden una vez vista la sorpresa.
Esto fue lo que pasó con una fiesta que les preparamos a
unas amigas. Tuvimos que mentirlas, con el consecuente enfado por las escusas y
al final como veíamos que querían hacer otros planes tuvimos que terminar
hablando con el hermano y con una de ellas para tener algún compinche para que
nada saliera mal.
Una semana estuvimos organizando el tema entre todas, donde,
como, quien hacía cada cosa…
Se preparó todo con tiempo, adornos, globos por el suelo,
los regalos… y para cuando llegaron ellas con una de las amigas… ¡todo salió
genial! Y fue precioso ver como se emocionaban y como les conseguimos sacar la
sonrisa.
Por todo ello, ya mereció la pena.
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